El disco «Canciones a Capella» del grupo Sotto Voce reúne un repertorio colorista y bien adaptado por Miguel Gálvez

Aunque el grupo Sotto Voce presentó su disco «Canciones a Capella cierra» hace ya casi dos meses, creo que esa hora (cuando el tiempo permite despojarse de la influencia de los lazos profesionales, amistosos y familiares) momento oportuno de valorar un trabajo que supone una importante novedad y aporta grandes dosis de frescura al panorama vocal.

Lo primero que llama la atención de la escucha del CD de Sotto Voce es que una vez más conjunto vocal Segoviano ha obrado un milagro. No ya solo el milagro de existir, sino el milagro de cantar como lo hacen en una provincia donde se dan las condiciones más desfavorables para la existencia de cantantes, ante la imposibilidad del estudio de la técnica vocal y la falta de valoración y apoyo institucional.

Sotto Voce es un coro singular por sus ocho voces masculinas que cubren una amplia tesitura (desde el bajo profundo al tenor ligero) por abordar un repertorio colorista, brillantemente adaptado por los magníficos arreglos de su director Miguel Gálvez, y por una interpretación de gran frescura que convierte su escucha en una auténtica fiesta.

Las 15 canciones grabadas son buena muestra de un repertorio por el qué Sotto Voce se mueve como pez en el agua, habaneras, boleros, espirituales negros, canciones del folklore sudamericano, canción melódica… un interesante viaje por la música popular del último siglo, pero en el que se echa en falta una mayor presencia de melodías españolas.

Cinco son los idiomas en los que Sotto Voce canta y aquí aparece uno de los puntos débiles de la agrupación. Y es que la adicción a la española, especialmente del inglés y del portugués, restan sutileza al sonido, algo que también ocurre, aunque en menor medida, en algunas acentuaciones de canciones sudamericanas.

Sin duda lo mejor de este disco es la variedad de colores vocales que también explotan los arreglos, la facilidad rítmica, la expresividad y la emoción de los solistas, las constantes sorpresas armónicas, el serpenteo de la conducción vocal y sobre todo la capacidad de transmitir al oyente el gozo de la ilusión por la música de sus intérpretes.

Todo un regalo de buenas sensaciones hecho en Segovia.